UNA GEMA PERDIDA EN EL DESIERTO

El periodista Fernando Jordán, al llegar a Comondú después de recorrer la península, llegó a exclamar "Shangri-la existe", también decía que olía a vino y a aceite de oliva

Pinturas rupestres

Poderse comunicar siempre ha sido una de las principales necesidades del hombre para poder sobrevivir, sobre todo en una época en la que para hacerlo había que moverse de un lugar a otro para encontrar: alimento , un lugar donde dormir y enfrentarse a animales para poder seguir el camino.

San José de Comondú es conocido por albergar algunos de los sitios de pintura rupestre más antiguos y mejor conservados del mundo. Estas pinturas rupestres son obra de los grupos indígenas precolombinos que habitaban la región, específicamente los Cochimíes y los Pericues. Se cree que estas pinturas rupestres eran una forma de comunicación y expresión para estos pueblos, y podrían haber sido utilizadas para contar historias, transmitir información sobre el entorno natural o para ritos y ceremonias religiosas. Aunque mucho de lo que sabemos sobre estas pinturas rupestres es especulativo, ya que estas culturas precolombinas no dejaron registros escritos y muchos de los detalles sobre su significado y uso son desconocidos. 

Muchas de las pinturas, realizadas probablemente con propósitos mágicos y religiosos, constituyen para nosotros producciones extraordinarias en el campo del arte. Importa a sobremanera su preservación y se requiere que ulteriores estudios puedan definir mejor su estilo y aun, si es posible, alcancen a situarlas mejor cronológicamente.

En cuanto a la historia, es importante mencionar que estas pinturas rupestres son muy antiguas, algunas datan de hace más de 9.000 años, y son una muestra de las antiguas culturas de la península de Baja California, una muestra valiosa de las formas de vida y las creencias de los habitantes de la región en ese momento.

Se trata de las manifestaciones de arte más vulnerables que existen, debido a su antigüedad y a que están expuestas a la erosión y el paso del tiempo, por lo que es de suma importancia tratar de preservarlas ya que es prácticamente el único legado que existe de los antepasados de los antiguos pobladores de La Península de Baja California. Por lo tanto, los visitantes deben seguir las reglas y las instrucciones de los guias y las autoridades locales para asegurar que las pinturas rupestres se mantengan intactas para las generaciones futuras.

 

Existen varios libros relacionados con el tema, como "Rock Art of Baja California: Discovering the Great Murals of an Unknown People" de Harry W. Crosby, "The Cave Paintings of Baja California: Discovering the Great Murals of an Unknown People" de Harry W. Crosby, "Baja California Rock Art: Ancient Murals of the American Southwest" de Mark J. Harper, entre otros.

Prismas basálticos

Entre San Miguel y San José de Comondús, en Baja California Sur, existe una maravilla natural que alberga una gran diversidad biológica en medio de una zona desértica.

Los Prismas Basálticos visten parte de la cadena montañosa de la Sierra de la Giganta, estos son estructuras geológicas que se originaron hace más de 2.5 millones de años, mediante un proceso de enfriamiento rápido del magma o lava. Este fenómeno se produce cuando el magma se encuentra cerca de la superficie terrestre y se solidifica en una estructura cristalina llamada columna basáltica.

Estos fueron formados por la actividad volcánica que tuvo lugar en la zona en un momento determinado de la historia geológica. Estos prismas basálticos tienen una estructura cilíndrica con secciones hexagonales ordenadas, las cuales se forman a medida que los cristales hexagonales de feldespato y plagioclasa se van uniendo durante la solidificación del magma.

Es importante destacar que la velocidad de enfriamiento del magma influye en la formación de los prismas basálticos. Si el enfriamiento es rápido, se puede formar una sola columna, mientras que si es más lento, pueden formarse varias columnas juntas; como es el caso de los de Comondú.

Los Prismas Basálticos de San José de Comondú son un ejemplo fascinante de la actividad geológica que ha tenido lugar en nuestro planeta a lo largo de la historia. Su formación es el resultado de un proceso natural complejo que ha llevado millones de años, y que nos permite apreciar la belleza y la complejidad de la naturaleza.

Se debe mencionar que estas estructuras geológicas son muy delicadas y deben ser protegidas y visitadas con cuidado, es importante seguir las normas de conservación para evitar su deterioro.

MISIÓN DE SAN JOSÉ

En San José de Comondú, fue fundada en la misión jesuita por el padre Juan de Mayorga en el año 1708. Sin embargo su construcción no fue hasta 1750 por el padre Franz Inama, esta fue la misión más grande de todas, la cual consistía de tres naves. En la época de 1930, un gobernador tomó la triste decisión de dinamitar gran parte de la iglesia. El material resultante fue utilizado para la construcción de su casa y otros edificios como la escuela de la localidad, donde hoy en día se puede observar la piedra labrada. Actualmente solo se conserva una de las tres naves en pie, la cual era la sacristía y la casa donde vivían los padres misioneros y esta es un recordatorio de la historia del lugar.

En los años 1972-1973 el Instituto Nacional de Antropología e Historia llevó a cabo obras de restauración sobre todo en el entortado de la azotea de la bóveda de cañón corrido, y detalles en los muros de mampostería de piedra.

PRODUCCIÓN DE VINO MISIONAL

La elaboración del vino es una tradición que surgió a partir del periodo misional. Las misiones enclavadas en oasis como en los casos de San José de Comondú, San Francisco Javier y San Ignacio, presentaron a los misioneros condiciones propicias por su clima y la presencia de agua dulce para el cultivo de frutales, dentro los que destacó la vid, indispensable para la liturgia católica, la elaboración del vino en las misiones solventó la necesidad de comprarlo y transportarlo desde las costas de Sonora. La siembra de la vid ofreció buenos frutos, que posibilitaron la elaboración de los primeros vinos de californianos; con ellos se procuraba un ahorro, se ocupaban las tierras de la misión y se fomentaba una actividad agrícola. La tradición se asentó y tras la expulsión de los jesuitas en 1768, ésta pasó a manos de los soldados y sirvientes que sirvieron a las misiones. La elaboración del vino de uva, de uva pasa y de granada, se conserva en los pueblos de San José y San Miguel de Comondú, el primero asiento de la misión y el segundo su pueblo de visita más cercano. El vino se produce durante el verano y a partir de octubre y noviembre se comercializa.

Originalmente el vino se produjo en la Antigua California, para la liturgia católica y para el consumo de los misioneros; la actividad fue aprendida y adoptada por los colonos que ocuparon las tierras misionales y se convirtió en una tradición, estrechamente vinculada a las festividades civiles y religiosas.
El primer vino californiano se produjo en Baja California Sur. Al establecerse las misiones jesuitas a lo largo de toda la península, se dio inicio la colonización de California como región de lo que fue la Nueva España.
Refiriéndose al inicio de la agricultura de la vid, narra el padre Miguel del Barco: “En este sitio edificó iglesia y casa para el padre y otras para indios y formalizo pueblo. Allí plantó un parral, y después una viña de que se comenzó a hacer el primer vino en la California…”. Este vino se producía para ser usado en las ceremonias religiosas, dando así paso a una tradición vitivinícola que tiene 300 años de antigüedad. Durante el primer medio siglo de producción de este vino misional, la península se llamaba California, de ahí el nombre de “Vino Misional Californiano”.
La variedad de uva que el padre Ugarte sembró era de origen europeo (Vitis vinífera), conocida como uva Misional o uva Misión, y es la misma que aún se usa para la elaboración del vino en esa región sudcaliforniana. Anteriormente era utilizada para producir vino dulce y brandy. La tradición de producir vino artesanal en algunos pueblos misionales se ha mantenido viva desde inicio del siglo XVIII.
Tras el cierre de las misiones, los pobladores que tenían viñas en sus huertos continuaron cultivándolas para comercializar tanto el vino como la uva deshidratada (uva pasa), y cada verano se realiza una vendimia.
En los pueblos misionales se producen vinos tintos pálidos y vinos con diversos tonos de ámbar.  Los racimos de la uva misional son grandes y sueltos, lo que hace que el racimo pueda madurar por mucho tiempo y que las uvas sean muy resistentes.
Su principal enemigo es la propia fauna de los oasis, además de abejas, avispas, mapaches, entre otros animales. Aun así, no se usan insecticidas en los huertos, lo que permite considerar estos vinos como orgánicos, aunque no se cuente actualmente con la certificación formal.

Astronomía

La zona es famosa por su cielo nocturno oscuro y sin contaminación lumínica, lo que permite una vista clara y detallada de las estrellas, planetas y galaxias. En San José de Comondú, los visitantes pueden disfrutar de una vista panorámica de la Vía Láctea, la constelación de Orión y otras formaciones celestes que no son visibles en lugares con alta contaminación lumínica. 

Esta experiencia única de conexión con la naturaleza es ideal para los amantes de la astronomía y aquellos que buscan una experiencia de viaje inolvidable.